jueves, 26 de junio de 2014

Vals vienés

      Recuerdo que era un cuarto pequeño y asfixiante. Recuerdo que las paredes estaban mugrientas y que el suelo era un cúmulo de mierda. Recuerdo toda esa suciedad. También recuerdo que, de toda la habitación, la mayor cantidad de roña y tristeza se acumulaba en mi propio ser. En mis tripas. En mis sesos. En mi vida.

      Una figura brillante pareció compadecerse de mí. "Baila conmigo", me decía, "Baila conmigo este vals y, al final de todo, te habrás curado". Yo traté de hacer oídos sordos, pero terminé cediendo. Y entonces aquella figura brillante y yo bailamos un vals casi perfecto, y nadie aplaudió, y nadie nos vio, pero sirvió para empezar a olvidar.

2 comentarios: