jueves, 4 de diciembre de 2014

Nunca lo olvido

      Hay mil noches y hay cien días. Hay lluvia, y tristeza, y furia y peligro. De todo lo antiguo no queda ya nada bonito. Queda ruina, supongo, y queda sombra, espero. Los cristales de las ventanas estallan a un son indescriptible, y el fuego de las hogueras crepita en un ritmo rabioso y caótico. Apenas somos ya nosotros, pero lo poco que nos queda danza triste y cobarde, jugando con la torpe melodía que dibuja tu media sonrisa. Tú y yo vamos a morirnos algún día. Tú no lo recuerdas nunca, y yo nunca lo olvido. Dejo que disfrutes sin ningún recelo. Al fin y al cabo, seremos compañeros, más tarde o más temprano, y solo nos tendremos el uno al otro. Así que permito que no recuerdes ni un ápice del polvo en el que nos convertiremos, y tú bailas, y saltas, y juegas. Y yo observo, y miro, y lloro y maldigo. Los dos soñamos, aún solo, y únicamente, para despedirnos.