lunes, 27 de octubre de 2014

No nos gritaron

      Casi rozábamos el suelo, pero nadie nos gritaba nunca. Olíamos el óxido de la sangre, la infección de las heridas. Palpábamos las esquirlas de los espejos rotos. Nos cortábamos la carne con nuestras propias uñas. Besábamos el peligro y nadie nos gritaba nunca. Por horror, por celos o por respetar al silencio, no me importa. Nos nos gritaron y ahora estamos aquí, por su culpa. Tú no puedes guardarles rencor, pero yo lo haré por los dos. Por lo que me unía a ti y por lo que nos unirá a ellos, aún muertos, aún cuando solo sean piel y gusanos. Aún cuando ya no puedan gritar.