Entierro tiempos de otros yos de aspecto infantil
en tarros del polvo del paso de los cumpleaños,
al lado de mis sentimientos, de mis berrinches y proyectos,
hastiados del uso incorrecto que siempre les di.
Todo lo que he perdido y está por perder
se muere y transforma en fantasmas que no puedo ver.
Y lloro y fulmino la calma, y apenas la esperanza salva
pequeñas motas de recuerdos que sí acaban bien.
Y me pienso enfrentar al día más oscuro y a la cruda realidad.
Sin tiempo para jugar, sin tiempo para tanto tecnicismo de olvidar.
Y me voy a enfrentar a pérdidas terribles de un valor sin calcular.
Y no debo gritar, pero llorar sentado no me es de utilidad.
No debo gritar. Pretendo gritar. Y voy a gritar.
Guardo en cajitas de música años anteriores,
y con los días pasados relleno bombones,
para cubrir con azúcar y baladas de colores
recuerdos de antaños amargos y oscuros horrores.
Y es doloroso ver cómo nuestros vínculos de quiebran en un acto indecoroso.
Ver como lo que sientes se te escapa sin quererte dar reposo.