lunes, 1 de octubre de 2012

Las pérdidas ingratas

Y nos lamentaremos por un millón de pérdidas.

Por dos millones. Por tres.

Pero será un lamento vacuo, inhumano. Lamentar por lamentar. Porque nadie, en este ni en ningún otro mundo, conocerá jamás el auténtico y terrible significado de las pérdidas.


Y eso, tristemente, es lo que en realidad nos hace llorar. Porque no sabemos porqué lloramos.
Es un círculo vicioso, infinito, plagado de eslabones perdidos y esperanzadores que no saben a dónde van y, por consiguiente, siempre regresan. La sensibilidad es su única recompensa, una pequeña porción de la verdad absoluta que todos buscan y nadie encuentra, porque el miedo no les permite romper a patadas los rosales que conforman el laberinto de la humanidad, únicamente para no pincharse con las espinas.

Así que nos lamentamos, nos frustramos y escondemos la verdad entre pérdidas ingratas.

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