martes, 30 de abril de 2013

Veintidós

Nací en el regazo de un moribundo abril, mecido por los brazos de una nueva década. Me he arrepentido de tantas cosas, desde entonces, que podría perder la cuenta. Pero las cosas buenas... las cosas buenas han estado ahí. Las cosas buenas que arrancan sonrisas, que diluyen los malos recuerdos. Las cosas buenas también se acaban. Los momentos perfectos no van a volver. Vendrán otros tan perfectos como los anteriores, quizás mejores, pero no serán los mismos. Y, como un niño que pierde a su peluche, yo no quiero algo mejor, yo quiero algo que ya tenía. Yo añoro los mejores años, y de forma innata rechazo los nuevos que vendrán. Tengo veintidós.

Y doce, y ocho. Tengo seis. Tengo tres. Tengo uno.

lunes, 29 de abril de 2013

El camino

      Dibujamos nuestro propio camino. Nos ahogamos en nuestro propio fango. La culpa, al fin y al cabo, es nuestra. La culpa de todo.

sábado, 27 de abril de 2013

Nuestros propios dioses

      Soy el hombre que conduce, gris y somnoliento, todas las mañanas camino de la oficina. Soy el niño que nació en el bosque, que creció en el desierto, que envejeció en la estepa. Soy civilizado y a la vez salvaje. Soy la mujer de memoria torcida que sigue tus pasos con la mirada, intentando rescatar tu recuerdo de sus momentos casi olvidados. Soy el artista callejero, de barba añeja, que te retrata torpemente en el paseo que hay junto a la playa. Soy un rostro angelical manchado con la sangre de mis padres, o una faz destrozada por la mala suerte que busca un lugar en el mundo. Soy terrible, soy impuro, soy celeste y soy perfecto. Soy mentiras, negocios, recuerdos, verdades, insulto, belleza. Soy todo lo que nunca quise ser, y no tengo nada de lo que siempre añoré. Soy rico, pobre, anciano e infante.

      Estamos formados de sangre, agua y suerte. Nacemos del polvo y morimos en polvo. Somos tantos y tan diferentes, y a su vez somos un único algo. Somos nuestros propios dioses, y nuestros propios demonios. Libres y presos. Somos duales. Seis mil millones de cuerpos, doce mil millones de personas.

jueves, 25 de abril de 2013

Conexiones inconexas

Nuestros Dioses (opinión) no son más que un burdo intento de dar una falsa finalidad al todo. Hemos creado algo que nos ha creado, a su vez, a nosotros. Una paradoja eterna. Puta mierda.

No soy ateo. No soy religioso. (Qué. Qué. Qué.) No pongo en duda un posible algo, pero jamás verteré mi confianza sobre aquello que nadie me ha enseñado a comprender. Viviré con el alma siguiéndome ciegamente, y moriré con el alma abrazándome los huesos, victoriosa en su carrera. Puta mierda.

Dos conceptos. Ambos serán finales y ambos serán principios de grandes luces, bolas de entendimiento que nacerán (y ya nacieron) en el tiempo adecuado y preciso. Viviré impaciente por no vivir, aventurero explorador el que se enfrente a los enemigos a golpe de culata. Puta mierda (Puta mierda. Puta mierda.)


martes, 23 de abril de 2013

Ella

      Se ha desayunado sus recuerdos. Se ha follado sus aspiraciones. Se lo ha arrancado todo de sus manos temblorosas y lo ha convertido en polvo. El pasado queda en nada. El presente queda en nada. El futuro huele a nada. 

      ¿La vida es bella? ¿¿La vida es bella, gilipollas?? La vida es una zorra sádica. La vida toma algo hermoso y lo convierte en putrefacción. Lo reduce a fotos polvorientas y memorias ajadas. Me está quitando algo tan, tan inmensamente importante, que me destroza las entrañas. Que no me deja vivir. 

      ¿Qué ha cambiado en mí? ¿Qué me ha pasado? La pregunta. Esa pregunta. ¿Merece ahora la pena el simple hecho de intentar ser feliz? ¿Merece el esfuerzo?
Nadie me responde, pero ya sé que no. No valen la pena las sonrisas. No valen la pena las mentiras, los bailes, las estupideces, todo aquello que no es si no un fútil intento de ser feliz. Si alguna vez lo soy, no será por méritos propios. No vale la pena nada.

      ¿Y sabes qué es lo peor de todo? Que se va a morir. Que se está muriendo, y esta vez no podemos hacer nada.

     

      No me la quites, por favor. Aún es pronto. Aún no estamos preparados. Me la quieres quitar y no estoy preparado. ¿No entiendes que es nuestra? ¡No deberías tener ningún derecho sobre ella! 

¡¡¡NO DEBERÍAS PODER DECIDIR POR NOSOTROS, GRANDÍSIMA HIJA DE PUTA!!!

Nos romperemos

      Si es necesario romperse, nos romperemos. Bailaremos con ventiscas de ceniza, jugaremos entre edificios en llamas. Beberemos del mar y comeremos del suelo. Lo daremos todo antes siquiera de tenerlo. Convertiremos el sacrificio en regalo, la mentira en piedad y el sueño en momentos infinitos. Vamos a transformar el sufrimiento en un caos tan imprevisible que caeremos víctimas del desconocimiento, de una ataraxia mantenida sin una pizca de equilibrio, de algo insostenible que, sin embargo, se sostiene.

      Aprenderemos a ser, no necesariamente siendo. Nos ganaremos a pulso nuestro lugar en el Infierno. Lo que nos va a pasar lo viven todos pero nadie lo comprende. Si es necesario romperse, nos romperemos.

martes, 16 de abril de 2013

Cabrón insolente

No nos cura. No arregla las cosas. Nos destruye. Nos masacra indiscriminadamente como si fuéramos insectos. Arruga la carne y resquebraja los deseos. No nos pone a cada uno en nuestro sitio, más bien nos arranca despiadadamente de él.

El tiempo es un cabrón insolente que nos lo quitará todo sin pedirnos nuestra opinión. Nos conduce directos e imparables por un sendero desolador que corrompe nuestros pasos y los transforma en sierras devoradoras de recuerdos. Hará que perdamos lo que una vez anhelamos. Nos consumirá por dentro y por fuera y se reirá en nuestras caras acartonadas a través de ecos pasados surgidos de fotografías descoloridas.

¿NO LO ENTIENDES? EL TIEMPO ES EL HIJO DE PUTA QUE NOS VA A DESTRUIR. NOS VA A DESTRUIR A NOSOTROS Y VA A DESTRUIR TODO LO QUE QUEREMOS Y NO HAY FORMA HUMANA DE EVITARLO. JODER.

JODER JODER JODER JODER JODER.

QUÉ HACEMOS. QUÉ VAMOS A HACER. QUE ALGUIEN ME LO DIGA. NECESITO QUE ALGUIEN ME LO DIGA, POR DIOS.


lunes, 15 de abril de 2013

El peor ejemplo

      "Vosotros veis trascendencia en los libros, en las historias, en las miradas y en los ideales. Vosotros amáis y sentís tanto que os hace daño, os desconsuela y os enloquece. Vosotros lloráis por las amistades rotas, por los amores rotos, por los pasados rotos. Las canciones encienden los sentimientos, y los recuerdos, el corazón. Los sueños avivan otros sueños y los deseos son llanos e inamovibles.

      La imparcialidad no está en vuestro diccionario, la objetividad es solo una palabra y la lógica quedó encerrada en el fondo del armario.

      Lo veis todo clarísimo durante dos días, diez, mil. Y entonces se rompe todo y se hunden los cimientos. ¿Han valido la pena las cosas buenas? ¿Querrás haber vivido esa historia de amor cuando él se vaya con otra, cuando ella muera?

      Mientras tanto, yo esperaré, intrascendente. Dormido en mi vil inhumanidad, aletargado por años y décadas de no sentir. Mientras vosotros padecéis, vivís y gruñís, yo escribiré intrascendencias, observaré intrascendencias y desearé con toda mi alma vuestras estúpidas trascendencias.

      ¿Lo veis? ¿Veis lo fácil que es sentir dolor? ¿Veis que vuestras rupturas, vuestras historias, vuestros lloriqueos y vuestros desengaños no son nada? ¿Veis que llorar por alguien os convierte en las personas más afortunadas del mundo?

      Lo perderéis todo y entonces habréis sabido vivir. Venid entonces a llorarme a mí, soberano de nada, porque vuestro consuelo será mi único consuelo.

      Seré efímero. Seré una pisada en el desierto.

      Seré el peor ejemplo."


domingo, 14 de abril de 2013

Que no me baile el agua

Que no pido un milagro ni una sorpresa ni un imposible. Que no quiero sueños, ni películas ni irrealidades hechas realidad. Pero quiero un algo.
Que no me bailes el agua. Que no te sometas, no me halagues. No quiero putas condescendencias ni piedades ni misericordias. No quiero que me engañes con falsas esperanzas. No quiero tener que inventarme sentimientos, ni felicidades, ni patrañas improbables que den para novela. Lo que quiero es una verdad difícil de quebrantar. Que nada nos hunda. Que nada nos rompa. Que si la mierda nos tiene que cubrir, salgamos de ella tan pulcros, que destellemos al sol.

Yo lo que quiero es vivirte. Pero no sé quién eres.

Serena la carne

Es tan puro. Es un gesto tan puro, tan desinteresando, que logra consolarnos. Lo que no logran los besos, las palabras, los lamentos o las cartas, lo logra un abrazo. El contacto más real, más eficiente. Las cosas se acaban y tú no sabes por dónde vas a escapar. Que esta vez no hay salida de emergencia. Que lo malo llegará. No es una amenaza, no es un peligro potencial, no es la pesadilla que tuviste anoche. Es una realidad que va a acabar con todo. Desesperas porque esa realidad te oprime tanto las costillas que quieres vomitar. Deseas correr y correr y fundirte en el tiempo porque sería la única forma de que esto terminase. Pero es tan improbable que lloras. Tienes miedo. Un miedo que ahoga.

Y entonces, un abrazo. Un abrazo que no pediste. Un abrazo dado sin tu permiso. Una pequeña perla en medio de la tempestad. Serena la carne y el alma. Sigues teniendo miedo. Sigues respirando miedo por cada uno de los poros de tu piel. Pero es suave. Un miedo suave, latente, que aprieta, pero ya no ahoga. El miedo es puro, pero más puro es el consuelo. No nos salvará. No nos permitirá huir. Pero es lo que necesitamos.

martes, 2 de abril de 2013

Los lobos no gritan

        Como hoy es lunes, Lucas me lleva al colegio en su moto y también me viene a recoger. Lucas es mi hermano mayor y va a un instituto que está cerca de mi cole. Cuando llegamos a casa, Papá y Mamá aún no han vuelto porque están trabajando, así que Lucas aprovecha para quedar con su novia Adela y subir a su habitación y besarse. Adela es una chica muy, muy guapa que vive en nuestra misma calle. Tiene el pelo largo y muy rubio y los ojos grises y bonitos. Yo siempre le digo a Adela que quiero ser tan guapa como ella cuando crezca, porque Adela es la chica más guapa que existe en el mundo, y ella siempre se ríe porque además de guapa es muy simpática.
      Subo a mi habitación para hacer la cama, porque siempre se me olvida hacerla por la mañana, y a través de la pared oigo a Lucas y Adela hablar de algo que me asusta mucho. Adela dice que en las noticias han dicho que esta noche unos animales han atacado a una señora en la calle de al lado, y que después han escapado y aún no los han encontrado. Esto preocupa mucho a Lucas porque no quiere que nos pase nada ni a mí ni a Adela ni a Papá ni a Mamá. Así que Adela intenta tranquilizarlo y le dice que nunca nos va a pasar nada y luego se callan y no vuelven a hablar en un rato, hasta que Papá y Mamá llegan a casa.


      En la comida, Mamá explica que la mujer a la que han atacado los animales es la señora Sánchez, que es muy maja y la conocemos desde siempre, y que la han llevado al hospital, pero que se va a poner bien porque sus heridas se curan rápido. Papá y Lucas respiran tranquilos y seguimos comiendo como si nada ha pasado.

      Por la noche, cuando Papá y Mamá y Lucas están dormidos, oigo gritos en la calle. Son gritos de personas. Gritos muy ruidosos y muy raros que suenan durante diez minutos, quizás más. Como mi cuarto está en el piso de arriba, puedo asomarme a la ventana y ver todo lo que ocurre. O casi.
Veo dos animales corriendo. Como es de noche no puedo reconocer qué animales son, pero parecen perros, o lobos. Son grandes y se mueven muy rápido. Pero no veo personas. ¿Por qué se oyen gritos de personas si no hay personas? Deberían oírse ladridos, o gruñidos, o aullidos o qué sé yo, pero no gritos de personas. Así que me asusto y me meto en mi cama y me tapo hasta arriba para dormirme y olvidarme de los gritos y los perros o los lobos o lo que sean.

      Hoy es martes y vuelvo a casa sola porque los martes Lucas va a recoger a Adela a su instituto, que no está cerca de mi colegio. Cuando llego oigo que Lucas y Adela están discutiendo porque Adela quiere salir por la noche y Lucas no la deja por miedo a que los animales la ataquen. Entro en su cuarto y pregunto por qué tiene Lucas tanto miedo y él me intenta echar enfadadísimo, pero Adela me abraza muy fuerte y me dice que no me preocupe.
     Un rato después llega Mamá y se encierra en la cocina con Lucas y Adela. Yo pongo el oído en la puerta y oigo cómo cuenta que la señora Sánchez ha desaparecido del hospital y que han encontrado en su habitación muchos arañazos y la ventana rota y un rastro de sangre. Cuando abro la puerta e intento preguntar qué más ha pasado, Lucas me manda callar porque según él soy muy pequeña para hablar de estas cosas. Adela insiste en que deberíamos tranquilizarnos y Mamá la grita que cómo quiere que se tranquilice si la señora Sánchez ha desaparecido. Mamá quiere mucho a Adela pero a veces se enfada con ella porque no se toma las cosas muy en serio.

      Es de noche y me acuesto más temprano que nunca porque Papá me lo ordena. Cuando están todos durmiendo vuelvo a oír gritos muy fuertes en la calle. Otra vez son gritos de personas. Me asomo por la ventana y veo de nuevo a los dos animales enormes correr a toda velocidad, pero también veo a una persona, así que pienso que los gritos deben de ser suyos, porque los lobos o perros o lo que sean es imposible que griten como los humanos. Veo que la persona anda cojeando como si estuviese herida, así que decido bajar y abrir la puerta de mi casa y decirle que se meta hasta que los animales se hayan ido porque son peligrosos y pueden hacerle daño. Me pongo las zapatillas y bajo muy despacio para no hacer ruido, y cuando llego a la puerta principal y abro, ahí está la persona, aunque está todo muy oscuro y no la veo bien. La llamo y le digo que entre, que aquí no van a hacerle daño y al principio no me hace caso pero de pronto se da la vuelta y me mira. Entonces la reconozco. Es la señora Sánchez, pero no parece la señora Sánchez. Tiene la ropa rota y llena de sangre y su cara está diferente. Antes, la señora Sánchez era muy guapa y siempre sonreía, pero ahora la observo y noto que no parece la Señora Sánchez y tengo la sensación de que no va a sonreírme, así que rápidamente cierro la puerta en sus narices y decido que nunca más saldré de casa.


      Por la mañana me niego a ir al colegio y Lucas se enfada muchísimo conmigo. Cuando intento explicarle por qué no quiero salir de casa, Lucas se enfada más todavía porque no se cree que la señora Sánchez haya aparecido y me haya intentado hacer daño. Yo quiero quedarme aquí pero Lucas me obliga a ir con él al colegio, y aunque me paso toda la mañana muerta de miedo, no sucede nada raro.

      Adela me sonríe cuando entra en casa y me encuentra viendo la tele en el salón. Me explica que Lucas ya le ha contado lo que me ha ocurrido por la noche y me dice que me tranquilice, que no me va a pasar nada. Cuando Mamá llega explica que ella y Papá saldrán por la noche y Adela y Lucas se ofrecen para cuidarme, por lo que me calmo porque sé que con ellos estoy a salvo. En la comida, Papá dice a Lucas que por fin han encontrado a la señora Sánchez, y cuando pregunto que cómo está me dicen que no lo saben bien, pero se miran entre ellos de forma muy rara, como siempre que me mienten.

      Papá y Mamá ya se han ido y Lucas y Adela han llamado a Saúl, que es el hermano mayor de Adela, para que venga a casa a ver una peli con ellos. Después de cenar, me ducho y me pongo a leer un cuento, y Lucas y Adela se despiden de mí con un beso muy fuerte. Saúl solo me saluda desde la puerta, con una sonrisa. Oigo cómo hablan y se ríen en la planta de abajo, y me alegro de que se diviertan tanto. Intento dormirme, pero después de un rato vuelvo a oír esos gritos. Son más fuertes que las otras veces y se oyen más cercanos. Cuando me asomo a la ventana, no consigo ver a ninguno de los animales de las otras noches, pero oigo los gritos cada vez más y más cerca y esta vez me asusto de verdad. Por la ventana veo que Papá y Mamá ya están volviendo a casa y me alegro muchísimo, así que decido bajar a toda velocidad para abrazarlos muy fuerte, y a Lucas, y a Adela y a Saúl si es necesario. Me pongo las zapatillas y un jersey porque hace mucho frío, y esta vez bajo las escaleras haciendo mucho ruido porque no necesito ser sigilosa. Oigo cómo se abre la puerta de casa y entro en el salón para saludar a Lucas y Adela, y entonces comprendo por qué hoy no había animales en la calle pero aún así los gritos se oían más fuertes y cercanos que nunca.

      Mi madre suelta un chillido que me pone la piel de gallina cuando encuentra a Lucas en el suelo, sobre un charco de sangre, y a Adela y Saúl agachados junto a él, con la boca manchada de rojo. Adela ya no parece la chica más guapa y simpática del mundo, y su hermano menos. Sus brazos ahora son larguísimos y tienen unas enormes garras en vez de manos. Están cubiertos de pelo negro y tienen unas orejas puntiagudas que me recuerdan a las de un lobo. Adela me mira y se relame mientras muestra unos dientes enormes y puntiagudos, y Saúl grita levantando la cabeza, como cuando aúlla un lobo. Mi padre se dirige a la cocina a toda velocidad y saca un cuchillo enorme que Mamá siempre usa para cortar la carne, amenazando a Adela y Saúl con él. Yo estoy muerta de miedo y no me puedo mover. Al principio, los chicos-animal parecen asustarse, pero Saúl se abalanza sobre Papá y Mamá con la boca abierta y yo cierro los ojos. Cuando los abro, veo que Papá le ha cortado a Saúl el cuello con el cuchillo y ahora está desplomado en el suelo sangrando muchísimo. Adela mira a Saúl aterrorizada, y todos comprobamos cómo su cara vuelve a ser normal, sus orejas vuelven a ser normales, sus brazos vuelven a ser normales y todo el pelo negro que tenía por el cuerpo le va desapareciendo. Saúl está muerto. Adela duda unos segundos, grita con fuerza y atraviesa la ventana del salón de un salto, escapando de nuestra casa y desapareciendo al otro lado de la calle. Aún se oyen sus gritos. Sus gritos de persona. Decido acercarme a Lucas y lo zarandeo una y otra vez para que se despierte. Cuando empiezo a preocuparme mucho, Lucas se mueve un poco y yo me alegro. Pero entonces se gira hacia mí y noto que no se parece al Lucas de siempre. Entonces comprendo que ya no es él, y que nunca volverá a serlo.



lunes, 1 de abril de 2013

Camino a L.A.


Hace tanto que perdí la calma, 
que encontré la rabia esperando 
no tenia ninguna prisa, sería una orgía en el barro. 

Bájame el pantalón, saca el hambre atroz 
escúpeme en la pena 
me enseñaste una vez que el dolor es mejor si genera dolor. 

Tú, que no tienes la culpa de ser como tú 
que no rompiste un plato, querías jugar. 

Quisiera reventarte bajo mis pies, 
quisiera volarte la tapa de los sesos, 
bañarme con tu sangre, beberme tus excesos 
no dejaré que nadie te salve del infierno. 

Pedirán perdón los que crean que merecen absolución.

Tus noches únicas van de la mano de mis noches turbias 
no hay dignidad en tu forma de mirarme. 

Quisiera poder ponerte encima de la mesa 
quitarte el uniforme, abrirte bien las piernas 
las cartas boca arriba, mis manos en tu lengua 

Pedirán perdón los que crean que merecen absolución.  
Pedirás perdón pero nunca tendrás mi absolución.

Zahara