sábado, 27 de abril de 2013

Nuestros propios dioses

      Soy el hombre que conduce, gris y somnoliento, todas las mañanas camino de la oficina. Soy el niño que nació en el bosque, que creció en el desierto, que envejeció en la estepa. Soy civilizado y a la vez salvaje. Soy la mujer de memoria torcida que sigue tus pasos con la mirada, intentando rescatar tu recuerdo de sus momentos casi olvidados. Soy el artista callejero, de barba añeja, que te retrata torpemente en el paseo que hay junto a la playa. Soy un rostro angelical manchado con la sangre de mis padres, o una faz destrozada por la mala suerte que busca un lugar en el mundo. Soy terrible, soy impuro, soy celeste y soy perfecto. Soy mentiras, negocios, recuerdos, verdades, insulto, belleza. Soy todo lo que nunca quise ser, y no tengo nada de lo que siempre añoré. Soy rico, pobre, anciano e infante.

      Estamos formados de sangre, agua y suerte. Nacemos del polvo y morimos en polvo. Somos tantos y tan diferentes, y a su vez somos un único algo. Somos nuestros propios dioses, y nuestros propios demonios. Libres y presos. Somos duales. Seis mil millones de cuerpos, doce mil millones de personas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario