jueves, 12 de junio de 2014

Los milenios

Joder, qué bonitos fuimos
tostados de tanto sol
henchidos de tanta vida
sin ninguna decisión.
Joder, qué perfectas eran
las mañanas de calor
los abrazos en los campos
las putadas por amor.

Jugábamos inherentes
ignorábamos su olor
el de la sangre oxidada
al romperse un corazón
el del hierro que rasgaba
un futuro de color
el de la noche podrida
empapada en mi sudor.

Lo perdimos, fue tan raro
un día y llegó el horror
aquellas grietas nacientes
en el fondo de los dos.
Esperaste por milenios
a que lo arreglara yo
y yo ingenuo suplicaba
"por favor, que lo haga Dios".

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