domingo, 26 de mayo de 2013

Ciudad de vacío

Y ahora tengo la sensación de que la tormenta no está en mi cabeza, si no en mis entrañas. Se bebe cada uno de mis pasos y los convierte en una pulpa sombría, en un hediondo rastro de tinta negra que reescribe mi pasado y destroza lo vivido. Ahonda en lo más profundo de mi mente y despedaza sin un ápice de piedad todas las cosas buenas que aún quedan en ella. Es diciembre en esta ciudad, mi ciudad. La ciudad vacía en la que solo yo me alojo. Porque solo quedo yo. Yo y nadie más. Se ha hecho de noche antes de que se ponga el sol, aquí, en mi ciudad vacía. Es demasiado tarde para empezar a vivir, y no hay marcha atrás que valga. Y la tormenta, esa sombra que me sigue allá a donde vaya, me rodea y constriñe con más fuerza cada vez, quizás rencorosa, quizás inconsciente. La tormenta me odia y me ataca aquí, en lo único que me pertenece, en mi ciudad de vacío.

Es diciembre en mi ciudad de vacío. Hoy. Mañana. Ayer.

Siempre es diciembre en mi ciudad de vacío.

Foto: Jevgenija Bitter

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