miércoles, 30 de abril de 2014

Animus

      Hablábamos de arte y de paraísos vírgenes, de futuros luminosos, de risas acompasadas y de miradas humanas. Llovió, nevó y amainó muchas veces, y ni por un instante te noté marchita, cariño. Créeme, lo habría hecho todo de otra manera. Pero no lo hice y ahora estamos jodidos. Estamos jodidos, cariño. No tenemos ni un rasguño y la radio está apagada, pero yo me siento como en una canción de Waits, y tú en una de Vargas. He tardado más de veinte años en comprender que siempre has sido tú. Mi monstruo del armario, mi terror nocturno. No puedo culparte, cariño, si ni siquiera eres tangible. Y además está el miedo. Todo esto ha sido por el miedo. Tu miedo. Así que no, no te culpo. Pero te odio con todo mi corazón. Y está ese puto escalofrío que nos sacude el cuerpo cada vez que pensamos en que estaremos juntos toda la vida. Ese escalofrío, cariño mío. Eso es lo peor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario