viernes, 2 de mayo de 2014

Ella es paz

      Éramos niños y la luz del sol nos abrazaba con delicadeza maternal. Éramos niños, y las palabras eran viento y los llantos eran caducos. Éramos niños y todo era sencillo.
      Somos muy viejos ya. No de cuerpo, pero nuestras mentes nos piden descanso. Y además está ella. Es tan brillante... tan luminosa, evanescente y cálida. Ella nos recuerda a ese sol que nos bañaba en nuestra infancia. Su piel blanca como el mármol es suave y promete el fin de nuestra pena. Sonríe tranquilizadora, bajo sus sábanas, y nosotros la recibimos con los brazos abiertos, como a nuestra propia madre.
      Sé que aún somos jóvenes, pero también viejos y caducos como lo fueron una vez nuestros llantos. Y su mirada se posa en nosotros, y nuestra mirada se posa en ella. Y aunque nos sangre el corazón y nos duelan los ojos, aunque la calma oculte en su interior un terror vacío e infinito, aunque el fin nos abrase la piel y la sonrisa, en lo más profundo, es paz. Todo es paz. Ella es paz. Abraza la paz.

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