lunes, 19 de mayo de 2014

Somos los reyes

      Por las mañanas siempre me dedicas tu mirada más resplandeciente y me dices que somos los reyes. Me gustaría poder preguntarte "¿Los reyes de qué?", pero no me atrevo por miedo a que tu respuesta sea tal y como me la imagino. Me coges de la mano y fluimos imparables entre ciudades y mundos que nuestra velocidad me impide identificar. Antes pensaba que huíamos del tiempo, que corríamos rápidos e intangibles solo para que nada ni nadie ponzoñoso pudiera alcanzarnos. Ahora no sé qué pensar. Tengo demasiadas preguntas que hacerte, pero tú solo fluyes inalcanzable. Cogida de mi mano, sí, pero inalcanzable de todos modos.

      Tu mirada se ha vuelto carnívora y tus mentiras han dejado de ser piadosas. Vuelves a ser ruido blanco, vuelves a sonar a una frecuencia que no consigo descifrar. Podría terminar con todo esto con solo decir un par de palabras. Podría desaparecer como tú lo haces, y olvidarme para siempre de ti y de tus esquirlas en mi carne. Pero no quiero. Ya no somos los reyes de nada. Bien pensado, nunca lo fuimos. Reyes de mierda y de mentira, en todo caso.

      Dejar todo esto de lado significaría que aún queda un pequeño halo de esperanza para mí. Pero hace ya mucho que huyo de los halos. Huyo como tú me enseñaste, rápido e intangible, sin rumbo fijo pero hacia delante, atravesando ciudades y mundos que desconozco. Tú, sin embargo, has decidido quedarte atrás. Ya no fluyes, ya no me miras ni resplandeciente ni carnívora. Ha cedido tu espíritu y te has resignado a una existencia que antaño considerabas vomitiva. No hay problema. Te dejaré aquí, en tu rincón seguro. Puede que te prometa volver, pero no lo cumpliré. Seguiré fluyendo, contigo o sin ti. Y nunca miraré atrás. Después de todo, jamás fuimos los reyes de nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario