Todos los animales se reúnen en los juzgados. El Rey Rata preside el juicio. A su izquierda, el Sapo. A la derecha, el Conejo y el Oso. Más a la izquierda del escenario, están la Mariposa, el Búho y el Mono.
Rey: Comienza el juicio. El Consejo de los Animales contra el asesino.
Mono: Señor Mono, si no es molestia.
Oso: Eres un asesino. A nadie, hombre, planta o bestia, le interesa tu estatus o especie.
El Sapo susurra algo al Rey Rata, quien asiente con la cabeza.
Búho: Déjese de secretos, Sapo. Estamos en un juicio.
Mariposa: ¡Eso! ¡Lo que tenga que decir, dígaselo a todos!
El Sapo se mantiene callado.
Conejo: No me gusta reconocerlo, pero esta vez daré la razón al Búho y la Mariposa.
Oso: Tan grave no será, Sapo. Los secretos no son más que verdades avergonzantes. ¿No es este un momento precioso para perder la vergüenza?
Mono: Dios Gusano. Dios Gusano.
Rey: ¿Qué has dicho, Mono?
Todos los personajes se quedan en silencio. De pronto, el Mono comienza a convulsionarse y hacer movimientos retorcidos y exagerados.
Mono: ¡El Sapo está muerto! ¡EL SAPO ESTÁ MUERTO!
Rey: ¡Silencio, Mono!
Mono: ¡NO VA A VOLVER! ¡EL SAPO NO VA A VOLVER!
Todos los animales, excepto el Rey Rata y el Sapo, rodean al Mono, que sigue convulsionándose y empieza a sangrar. De pronto, el Mono se queda quieto, muerto, sobre un charco de sangre. El Búho se arrodilla junto a él y le toma el pulso.
Búho: ¡Está muerto!
Todos los animales se quedan estupefactos, y de pronto miran hacia el Rey Rata, que no sabe qué hacer.
Sapo: Un giro de los acontecimientos.
Mariposa: ¿Algo que objetar, Rey de las Ratas?
Rey: ¡Callaos! ¡CALLAOS DE UNA VEZ!
De pronto, el Conejo se pone a chillar estrepitosamente.
Conejo: ¡IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIHHHH!
Los animales se ponen en fila, de cara al público y frente al cadáver del Mono, empiezan a mojar las manos en el charco de sangre y a extenderlas hacia el público. El Rey de las Ratas empieza a toser y agarrarse el pecho, incapaz de respirar. Tose un líquido negro y espeso.
Sapo: El Rey de las Ratas no se encuentra bien.
Oso: Con el acusado muerto y el juez indispuesto, está claro que es menester cancelar el juicio.
Búho: La verdad se mantiene oculta, entonces. Como me prometió el Dios Gusano.
Conejo: ¡Deja ya tus sospechas y tus conspiraciones, Búho imbécil! ¡Nadie confía en ti! ¡Ni siquiera tu amiga Mariposa!
Rey: ¡Basta! ¡BASTA BASTA BASTA!
Todos se quedan en silencio. Poco a poco, los animales hacen mutis hasta que solo quedan el Rey Rata y el Sapo, junto al cadáver del Mono. El Rey Rata susurra.
Rey: La sangre... la sangre... la sangre pétrea...
Se apagan las luces.
Fin del acto segundo
No hay comentarios:
Publicar un comentario