miércoles, 19 de febrero de 2014

El rey de las ratas, acto primero

Juzgados. El Rey Rata se lamenta, sentando en una silla. Después de un momento en silencio, entra el Sapo, que se acerca al Rey, extrañado.

Sapo: ¿Lloras acaso, Rey de las Ratas?
Rey: Déjame, Sapo. No es el momento.
Sapo: ¿Es el juicio que esta noche va a acontecer lo que te atormenta? ¿El paso del tiempo? ¿El miedo a la nada? ¿Es el señor Mono el culpable? ¿Eres tú mismo? Las cosas cambian a menudo, ya lo dijo el Dios Gusano.
Rey: Ya lo sabes tú bien.
Sapo: Yo no sé nada, solo soy un sapo.
Rey: Y yo una rata.
Sapo: El Rey de las Ratas, permite que te corrija.
Rey: Rey o excremento. Tal día como hoy, no hay diferencia.

Entra la Mariposa, seguida del Búho.

Mariposa: Qué suerte que ya estáis aquí.
Sapo: Aún no ha empezado el juicio.
Búho: Pero lo hará.
Rey: ¿Venís a confundirme más? ¿Venís a provocar el caos? Márchate, Mariposa. Desaparece, Búho. No hay lugar para vosotros en mis juzgados. No mientras no empiece el juicio.

El Búho se acerca al Rey, y le susurra al oído.

Búho: Yo lo sé todo, Rey de las Ratas. Vigilo día y noche con estos ojos, ardientes de odio y venganza. Y como guardián de la verdad que soy, lograré que todo salga a la luz. Así lo juro, por el Dios Gusano.
Sapo: ¿No has oído al Rey, pajarraco insistente? Piérdete con tu Mariposa.
Mariposa: Alguien va a morir, presumo.
Sapo: ¡Bien valen tus presunciones en este juicio! ¡A conspirar a otra parte, que más que otra criatura, parecéis serpientes!
Mariposa: Sangre pétrea, y nada más.

El Búho y la Mariposa hacen mutis. Mientras salen, se topan de bruces con el Oso y el Conejo.

Conejo: Valiente juicio nos espera.
Oso: ¡Valiente optimismo el tuyo! Mi madre me enseñó a no esperar nada de la nada. Tampoco espero todo del todo. Lo primordial es romperse. Romperse en la dirección soñada, y nada más. La misma opinión comparte con el Dios Gusano.
Conejo: Tú siempre tan poeta, Oso. No entiendo ni jota.
Oso: Ni jota es necesario que entiendas. Como ni jota es necesario que entienda el público de este juicio.

El Sapo se aparta un momento para ordenar unos papeles. El Oso aprovecha para acercarse al Rey, que no se levanta de su silla, y susurrarle al oído.

Oso: El Sapo está muerto.

Todos se quedan en silencio, completamente quietos. De pronto, el Sapo camina hasta el centro del escenario y comienza a bailar una danza extraña al ritmo de la música. El resto de personajes hacen mutis, poco a poco, hasta dejar solo al Sapo, bailando su danza. Después de un rato bailando, el Mono aparece en el escenario, acercándose lentamente al Sapo. La luz se apaga y enciende intermitentemente, y el Mono cada vez está más cerca. Cuando el Mono casi ha alcanzado al Sapo, la luz se apaga completamente.

Fin del acto primero

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