domingo, 2 de junio de 2013

Arañazos

      Otro día más. Ximena Silva se mira en el espejo. Se limpia con calma los restos de maquillaje de la noche anterior. Se lava la cara. Sonríe, y el espejo le devuelve la sonrisa. No recuerda cuánto bebió. No recuerda en qué bares estuvo, cuántos porros se fumó. Ni siquiera recuerda con cuantos desconocidos tuvo relaciones sexuales. Una noche gloriosa, piensa para sus adentros.
      Xim llega a la cocina. Izzy desayuna sentado en la mesa, aún en pijama, con la mirada fija en ningún punto en concreto. Xim besa a su hermano en la mejilla y le roba una tostada.
- Ayer llegaste muy tarde -Izzy parece molesto.
- La cosa se nos fue un poco de las manos -Xim se prepara un café y se sienta sobre la encimera, justo enfrente de Izzy-, tenías que haber venido. 
- No. ¿Qué plan tienes para hoy?
- Es sábado.
- ¿Lo de siempre?
- Lo de siempre.
      Lo de siempre consiste en terminar de desayunar y volver a la cama. Despertarse para comer, y volver a la cama. Despertarse para ducharse, vestirse, arreglarse, y salir de fiesta con sus amigas, una vez más. Beber, fumar, bailar... y al día siguiente dormir, comer, dormir. En eso consisten sus fines de semana. Es como un bebé. Un bebé capaz de volver locos a todos los tíos de la discoteca. 

- ¡Qué guapa estás!
      Xim apenas reacciona ante el cumplido de su amiga Susana, pero se fija súbitamente en el chico que la acompaña.
- ¿No nos vas a presentar? -le dice a Susana, sin apartar la mirada.
- Oh, sí, este es mi novio Cristian.
      Xim le da dos besos, e inmediatamente después le dice un par de cosas al oído que Susana no logra escuchar. Cristian sonríe. La noche acaba de empezar, y ya ha atrapado a su primera presa. Cuando se trata de Ximena Silva, no existen las amigas, no existen las normas sociales, no existe la piedad.

- Este bar es un asco- se queja Cristian. 
      Hace ya dos horas que Xim ha quedado con Susana y su novio, y ninguno de los tres va ni un poco sobrio. Susana ha ido al baño. Cristian no es precisamente sutil.
- Si quieres vamos a otro sitio- Xim le dedica su mejor sonrisa.
- ¿No esperamos a Susana?
- Ya nos encontrará.
      Salen del bar. Cristian la arrincona contra una pared. Xim le besa. Susana es historia, por lo menos durante la hora que se pasan yendo de una discoteca a otra, bebiendo, fumando, olvidándose de ella. Pero la ciudad no es grande, y Susana acaba encontrándolos. 
- ¡Hija de puta! -el gruñido sobresalta a Xim, que se aparta rápidamente de Cristian.
- ¡Susaaaana! -intenta hacerse la tonta-. ¿Dónde te habías metido?
- ¡ZORRA! -Su antigua amiga se abalanza sobre ella, agarrándola del pelo con ira-. ¡Es mi novio, zorra!
      Xim empieza a reírse. Susana la golpea. La araña. Ella apenas se defiende. Lo está disfrutando. 
- ¿¡De qué coño te ríes!?
      Cristian, que lo observaba todo sin atreverse a actuar, espabila por fin y agarra a Susana, separándola, no sin dificultades, de la que supuestamente era su amiga. Xim tiene el pelo hecho un revoltijo, sangre en el labio y un profundo arañazo en la mejilla, y Susana llora de rabia.
- ¡SE SUPONE QUE ERES MI AMIGA! -gime, impotente, pero Xim no responde, solo coge a Cristian de la mano y ambos salen corriendo entre risas-. ¿ES QUE NO TE IMPORTA NADIE, MALDITA HIJA DE PUTA?

      Xim y su última adquisición se besan, tumbados en un banco, en el parque que hay al lado de su casa. Ella nota como Cristian está cada vez más excitado.
- Mi casa está muy cerca de aquí -dice él.
- La mía más -responde Xim.
- Genial.
- No, genial no -le aparta de encima de un empujón-. Me voy. 
      Cristian no da crédito. Se queda mirándola, alucinado, mientras ella le da la espalda y se marcha contoneándose.
- ¿Es en serio? -Xim no responde-. ¿Me vas a dejar así? ¡Acabo de mandar a la mierda a mi novia por ti!
      Ese es mi juego, piensa Xim. Quizás Susana tenía razón. Quizás no le importa nadie. Pero, ¿y qué más da? Xim llega a su edificio. Entra en el ascensor y se mira en el espejo, palpándose con orgullo la herida de la mejilla, limpiándose con la mano el rímel corrido. Llega a su piso, saca las llaves de su bolso y abre la puerta de su casa. No depender de nadie. No sufrir de amor, de desengaño, de pérdida... Son todo ventajas, ¿no?
      Enciende la luz. Un rastro de sangre en el pasillo. Se le borra la sonrisa de la cara.
- Izzy -llama desde el umbral, pero nadie contesta-. ¡IZZY!
      Corre a la habitación de su hermano, donde lo halla en el suelo, apoyado en la pared, rodeado de papeles desperdigados y con el cuello, la cara y las manos ensangrentados. 
- Izzy, no me jodas -se sienta a su lado, lo abraza.
- No puedo, Xim. No puedo más -solloza Izzy.
      Ximena echa un vistazo a su hermano, preocupada. Tiene varios cortes superficiales en los brazos y se ha arañado con rabia la cara y el cuello. También ha golpeado la pared hasta hacer sangrar sus nudillos. Xim comienza a mecer a su hermano con suavidad. 
- Ya está, Izzy -le besa la frente, le seca las lágrimas-, ya ha pasado todo.

      Otro día más. Ximena Silva se mira en el espejo. Se limpia con calma los restos de maquillaje de la noche anterior. Se lava la cara. Sonríe, y el espejo le devuelve la sonrisa.


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