lunes, 7 de enero de 2013

Los buenos días

Vienen y van. Se van y vienen. Pero nunca se quedan. Así son los buenos días. Los tengo, aunque menos a menudo de lo que quisiera reconocer. Muchos de ellos no me ha hecho falta nada más que mi familia. Otros, mis amigos. Hay días que son buenos solo porque me los he pasado enteros viendo mi serie favorita con una coca-cola en la mano y un cigarro en la otra. Lo del cigarro es mentira, solo quería hacerme el interesante.

Lo único que me inquieta es la preocupante cantidad de buenos días que tengo últimamente. Empecé el año metido en la cama durante 48 horas sin levantarme para nada más que para comer o cenar. Ya estoy bien otra vez, pero, ¿por cuánto tiempo?

Me gustaría decir que disfruto al máximo los escasos buenos días. Y realmente lo intento. Pero, ¿cómo disfrutar algo al máximo si tu cabeza no deja de repetirte, una y otra vez, que tarde o temprano esto se acabará? Y nunca, nunca es tarde. Siempre es temprano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario