jueves, 6 de marzo de 2014

Apóstata

Ya no creo en nada. 
Ni en diablos ni promesas, 
ni en ciudades encantadas. 
Dejé de creer en Dios, 
en verdades, en pasión. 
En caminos imborrables
o demonios indomables,
en máscaras impasibles
o en "nunca existirá un adiós".

Hace ya cientos de años
que no creo en el fulgor, 
en la luz insostenible
que nos cura con calor.
Ni en cicatrices sanadas
ni locuras sin alcohol,
ni en hijos de la gran puta,
ni en ser todo corazón.

Olvidé al supuesto ángel
que me cura con amor,
y las mil noches despiertos
que prometimos los dos.
No recuerdo lo perenne,
lo longevo, las historias
que me contabas de niños 
basándote en tus memorias.

Ya se fueron las personas,
las sonrisas y el creer,
ahora soy anciano e inútil,
hazme desaparecer.

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