jueves, 13 de marzo de 2014

Ángeles

      Ángeles. Ángeles benditos, no me soltéis. Coros celestiales, seres luminosos, no dejéis que caiga. Porque el abismo es profundo y horrendo y tengo miedo. Tengo mucho miedo. Cuidadme durante todos los días de mi vida. Los días fríos, los días muertos, los días rotos y también las noches. Juradme, ángeles, que nunca, nunca me soltaréis.

      ¡Ángeles! ¡Ángeles susurrantes, agarradme con fuerza! ¿No veis que caigo? ¿No veis que intento aferrarme a vosotros, a mi último aliento? ¡Y resbalo, y caigo, y no me ofrecéis vuestra ayuda! ¡Salvadores fulgentes, señores de luz! El abismo me muerde y me araña, y me atrae con tanta fuerza que no logro huir. Os necesito con toda mi alma. Os necesito. Ayudadme.

      Ángeles. Ángeles traidores. ¿Por qué me dejáis caer? Me rompéis sin piedad. Y el abismo me recibe en su regazo, profundo, horrendo y paternal. Yo creía en todos vosotros, os amaba y necesitaba como nadie en este mundo lo hacía. Erais mi todo, mi esencia, mi vida. Y me habéis abandonado.

      Ángeles. Hijos de puta. Basura. Escoria. A mí, que todo lo sacrifiqué por vosotros, así me pagáis. En sangre y cicatrices y peste y hambre. En horror y en fuego. A mí, que no quise nada en este mundo que no fuera vuestro amor. Así me pagáis. ASÍ ME PAGÁIS. HIJOS DE PUTA. HIJOS DE PUTA. HIJOS DE LA GRANDÍSIMA PUTA.

1 comentario: