martes, 30 de julio de 2013

Pisando huellas

      Podríamos haber abrazado mil infiernos y aún seguiríamos fríos. Seguimos el camino. Puedes pisar mis huellas, si quieres. No te dejaré atrás. No por ti, nunca por ti, si no por mí. Por mí no te perderé de vista. Caminamos durante horas, días, años, décadas. Caminamos imparables. Desesperados. Solo sigue. Sigue, camina, corre, anda. Ni siquiera te entretengas para beber.

      Esa es nuestra meta. Donde se han cruzado mil veces las sendas. Donde tú y yo nos volveremos a mirar a la cara sin la más mínima esperanza. Allí es donde terminará todo esto. Así que dame la mano. Dame la mano y aprieta bien fuerte, no te vayas a soltar. Seguiremos adelante con la luz del día, con la luz de las estrellas. Nuestra propia luz, tenue y temblorosa, tendrá que guiarnos en ciertos momentos.

      ¡Pero qué más da! ¡Qué diablos importa! Lo importante es que seguimos adelante. Lo importante es que seguimos vivos y tenemos tiempo de sobra para destrozarnos. Así que solo corre, corre, CORRE. Sigamos adelante, ¿a quién le importa? ESTO ES TODO. NO HAY MÁS. Solo el camino. El camino, a veces tan perfecto, a veces tan corrupto, es lo que le da un mínimo de sentido a todo esto. Así que ponte a correr, una vez más, imparable. No te detengas ante nada. ¿Yo? No te preocupes por mí, yo voy detrás. Pisando huellas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario