viernes, 20 de febrero de 2015

Tres ranas muertas

      Música en la radio y dolor de cabeza. Migrañas. Musarañas. Migrañas. Necesito que se apaguen. Pido silencio con torpeza y nadie se calla y entonces la veo. Una rana muerta. Lo pido por favor, lo pido por favor. Solo un instante de silencio y solo un instante de ternura. Pero están tan ocupados haciendo ruido, haciendo trueno, haciendo tormenta, que nadie me oye. Me voy y me persiguen, vuelvo y ahí están. Durante unas milésimas de segundo contemplo la opción de gritar yo también. Para qué. Para qué, Dios santo. Dos ranas muertas. Necesito una ducha y descansar. Necesito dormir. Pero no habrá ducha. No habrá sueño. En estos días eternos y vacíos no hay tiempo. No hay tiempo para ser ni para estar, no hay tiempo. En estos días de agujas girando a un ritmo terrible y monótono, de memorias torcidas y pedazos de pasado, no hay tiempo. Ahora está sonando una de Peggy March. Y de pronto, tres ranas muertas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario