jueves, 7 de mayo de 2015

Bendita existencia

      He ocupado la mitad de mis últimos años en intentar comprender cada una de las dimensiones que abarca este caos idiota y retorcido que es mi cabeza. He sonreído tantas veces que por momentos llegué a creerme que tarde o temprano todo volvería a estar bien. Tengo tantos nombres aquí, en mi mente, que he perdido la cuenta. He sido un monstruo, un ángel, un enemigo y un dios. Soy, ante todo, un cobarde y un payaso. Soy un mentiroso intentando engañarse a sí mismo, pretendiendo que las cosas malas se irán, tarde o temprano. Qué cobarde. Qué payaso y qué cobarde. Lo único que he hecho bien en esta vida es huir. Huyo porque me aterra la muerte, el amor, la pérdida. Huyo muy deprisa de esa certeza asquerosa que se revuelve en mis tripas, en mi cerebro y, más recientemente, en mi corazón. Esa certeza que me dice que, en el fondo, tan en el fondo que apenas es una verdad, no quiero seguir existiendo.

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