lunes, 29 de septiembre de 2014

Polvo olvidado

      No hay perdón para ninguno de nosotros. No hay piedad. No hay paciencia. No hay divinidades ni oraciones ni recuerdos ni momentos. Incluso el polvo ha sido olvidado. Ya no queda nada. Un vacío sutil que aterra tanto o más que cualquier herida.

      Es curioso, pero siento que es un terror leve, casi tierno. Es desesperanza, sí, pero también es resignación. Quizás sea así como deberíamos vivir. Temerosos, frágiles, perdidos, pero conscientes. Conscientes de la muerte, pero también de la vida. Olvidar el polvo y recordar el futuro. Y dejar que fluya, como una vez llegué a fluir contigo, pero, esta vez, completamente solo.

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