martes, 2 de abril de 2013

Los lobos no gritan

        Como hoy es lunes, Lucas me lleva al colegio en su moto y también me viene a recoger. Lucas es mi hermano mayor y va a un instituto que está cerca de mi cole. Cuando llegamos a casa, Papá y Mamá aún no han vuelto porque están trabajando, así que Lucas aprovecha para quedar con su novia Adela y subir a su habitación y besarse. Adela es una chica muy, muy guapa que vive en nuestra misma calle. Tiene el pelo largo y muy rubio y los ojos grises y bonitos. Yo siempre le digo a Adela que quiero ser tan guapa como ella cuando crezca, porque Adela es la chica más guapa que existe en el mundo, y ella siempre se ríe porque además de guapa es muy simpática.
      Subo a mi habitación para hacer la cama, porque siempre se me olvida hacerla por la mañana, y a través de la pared oigo a Lucas y Adela hablar de algo que me asusta mucho. Adela dice que en las noticias han dicho que esta noche unos animales han atacado a una señora en la calle de al lado, y que después han escapado y aún no los han encontrado. Esto preocupa mucho a Lucas porque no quiere que nos pase nada ni a mí ni a Adela ni a Papá ni a Mamá. Así que Adela intenta tranquilizarlo y le dice que nunca nos va a pasar nada y luego se callan y no vuelven a hablar en un rato, hasta que Papá y Mamá llegan a casa.


      En la comida, Mamá explica que la mujer a la que han atacado los animales es la señora Sánchez, que es muy maja y la conocemos desde siempre, y que la han llevado al hospital, pero que se va a poner bien porque sus heridas se curan rápido. Papá y Lucas respiran tranquilos y seguimos comiendo como si nada ha pasado.

      Por la noche, cuando Papá y Mamá y Lucas están dormidos, oigo gritos en la calle. Son gritos de personas. Gritos muy ruidosos y muy raros que suenan durante diez minutos, quizás más. Como mi cuarto está en el piso de arriba, puedo asomarme a la ventana y ver todo lo que ocurre. O casi.
Veo dos animales corriendo. Como es de noche no puedo reconocer qué animales son, pero parecen perros, o lobos. Son grandes y se mueven muy rápido. Pero no veo personas. ¿Por qué se oyen gritos de personas si no hay personas? Deberían oírse ladridos, o gruñidos, o aullidos o qué sé yo, pero no gritos de personas. Así que me asusto y me meto en mi cama y me tapo hasta arriba para dormirme y olvidarme de los gritos y los perros o los lobos o lo que sean.

      Hoy es martes y vuelvo a casa sola porque los martes Lucas va a recoger a Adela a su instituto, que no está cerca de mi colegio. Cuando llego oigo que Lucas y Adela están discutiendo porque Adela quiere salir por la noche y Lucas no la deja por miedo a que los animales la ataquen. Entro en su cuarto y pregunto por qué tiene Lucas tanto miedo y él me intenta echar enfadadísimo, pero Adela me abraza muy fuerte y me dice que no me preocupe.
     Un rato después llega Mamá y se encierra en la cocina con Lucas y Adela. Yo pongo el oído en la puerta y oigo cómo cuenta que la señora Sánchez ha desaparecido del hospital y que han encontrado en su habitación muchos arañazos y la ventana rota y un rastro de sangre. Cuando abro la puerta e intento preguntar qué más ha pasado, Lucas me manda callar porque según él soy muy pequeña para hablar de estas cosas. Adela insiste en que deberíamos tranquilizarnos y Mamá la grita que cómo quiere que se tranquilice si la señora Sánchez ha desaparecido. Mamá quiere mucho a Adela pero a veces se enfada con ella porque no se toma las cosas muy en serio.

      Es de noche y me acuesto más temprano que nunca porque Papá me lo ordena. Cuando están todos durmiendo vuelvo a oír gritos muy fuertes en la calle. Otra vez son gritos de personas. Me asomo por la ventana y veo de nuevo a los dos animales enormes correr a toda velocidad, pero también veo a una persona, así que pienso que los gritos deben de ser suyos, porque los lobos o perros o lo que sean es imposible que griten como los humanos. Veo que la persona anda cojeando como si estuviese herida, así que decido bajar y abrir la puerta de mi casa y decirle que se meta hasta que los animales se hayan ido porque son peligrosos y pueden hacerle daño. Me pongo las zapatillas y bajo muy despacio para no hacer ruido, y cuando llego a la puerta principal y abro, ahí está la persona, aunque está todo muy oscuro y no la veo bien. La llamo y le digo que entre, que aquí no van a hacerle daño y al principio no me hace caso pero de pronto se da la vuelta y me mira. Entonces la reconozco. Es la señora Sánchez, pero no parece la señora Sánchez. Tiene la ropa rota y llena de sangre y su cara está diferente. Antes, la señora Sánchez era muy guapa y siempre sonreía, pero ahora la observo y noto que no parece la Señora Sánchez y tengo la sensación de que no va a sonreírme, así que rápidamente cierro la puerta en sus narices y decido que nunca más saldré de casa.


      Por la mañana me niego a ir al colegio y Lucas se enfada muchísimo conmigo. Cuando intento explicarle por qué no quiero salir de casa, Lucas se enfada más todavía porque no se cree que la señora Sánchez haya aparecido y me haya intentado hacer daño. Yo quiero quedarme aquí pero Lucas me obliga a ir con él al colegio, y aunque me paso toda la mañana muerta de miedo, no sucede nada raro.

      Adela me sonríe cuando entra en casa y me encuentra viendo la tele en el salón. Me explica que Lucas ya le ha contado lo que me ha ocurrido por la noche y me dice que me tranquilice, que no me va a pasar nada. Cuando Mamá llega explica que ella y Papá saldrán por la noche y Adela y Lucas se ofrecen para cuidarme, por lo que me calmo porque sé que con ellos estoy a salvo. En la comida, Papá dice a Lucas que por fin han encontrado a la señora Sánchez, y cuando pregunto que cómo está me dicen que no lo saben bien, pero se miran entre ellos de forma muy rara, como siempre que me mienten.

      Papá y Mamá ya se han ido y Lucas y Adela han llamado a Saúl, que es el hermano mayor de Adela, para que venga a casa a ver una peli con ellos. Después de cenar, me ducho y me pongo a leer un cuento, y Lucas y Adela se despiden de mí con un beso muy fuerte. Saúl solo me saluda desde la puerta, con una sonrisa. Oigo cómo hablan y se ríen en la planta de abajo, y me alegro de que se diviertan tanto. Intento dormirme, pero después de un rato vuelvo a oír esos gritos. Son más fuertes que las otras veces y se oyen más cercanos. Cuando me asomo a la ventana, no consigo ver a ninguno de los animales de las otras noches, pero oigo los gritos cada vez más y más cerca y esta vez me asusto de verdad. Por la ventana veo que Papá y Mamá ya están volviendo a casa y me alegro muchísimo, así que decido bajar a toda velocidad para abrazarlos muy fuerte, y a Lucas, y a Adela y a Saúl si es necesario. Me pongo las zapatillas y un jersey porque hace mucho frío, y esta vez bajo las escaleras haciendo mucho ruido porque no necesito ser sigilosa. Oigo cómo se abre la puerta de casa y entro en el salón para saludar a Lucas y Adela, y entonces comprendo por qué hoy no había animales en la calle pero aún así los gritos se oían más fuertes y cercanos que nunca.

      Mi madre suelta un chillido que me pone la piel de gallina cuando encuentra a Lucas en el suelo, sobre un charco de sangre, y a Adela y Saúl agachados junto a él, con la boca manchada de rojo. Adela ya no parece la chica más guapa y simpática del mundo, y su hermano menos. Sus brazos ahora son larguísimos y tienen unas enormes garras en vez de manos. Están cubiertos de pelo negro y tienen unas orejas puntiagudas que me recuerdan a las de un lobo. Adela me mira y se relame mientras muestra unos dientes enormes y puntiagudos, y Saúl grita levantando la cabeza, como cuando aúlla un lobo. Mi padre se dirige a la cocina a toda velocidad y saca un cuchillo enorme que Mamá siempre usa para cortar la carne, amenazando a Adela y Saúl con él. Yo estoy muerta de miedo y no me puedo mover. Al principio, los chicos-animal parecen asustarse, pero Saúl se abalanza sobre Papá y Mamá con la boca abierta y yo cierro los ojos. Cuando los abro, veo que Papá le ha cortado a Saúl el cuello con el cuchillo y ahora está desplomado en el suelo sangrando muchísimo. Adela mira a Saúl aterrorizada, y todos comprobamos cómo su cara vuelve a ser normal, sus orejas vuelven a ser normales, sus brazos vuelven a ser normales y todo el pelo negro que tenía por el cuerpo le va desapareciendo. Saúl está muerto. Adela duda unos segundos, grita con fuerza y atraviesa la ventana del salón de un salto, escapando de nuestra casa y desapareciendo al otro lado de la calle. Aún se oyen sus gritos. Sus gritos de persona. Decido acercarme a Lucas y lo zarandeo una y otra vez para que se despierte. Cuando empiezo a preocuparme mucho, Lucas se mueve un poco y yo me alegro. Pero entonces se gira hacia mí y noto que no se parece al Lucas de siempre. Entonces comprendo que ya no es él, y que nunca volverá a serlo.



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